En la obra de “Don Álvaro
o la fuerza del sino” escrita por el Duque de Rivas, para ser más exactos la Jornada
V, no representa más allá de lo que se acumuló en toda la obra. VENGANZA, la
sed de sangre y de llevar a cabo planes malignos que en nombre del amor se
cometieron. El hecho de revelar secretos para acumular más rencor del que
de por sí ya se tenían, nunca a pesar de la intención de hacer el bien, de
unirse a la religión y cualquier otro intento de hacer perdonar sus pecados fue
valido, hubo siempre alguna oportunidad que lo hacía volver a su oscuro pasado
por los otros lazos de sangre que se tenían. El no perdonar, el desear lo peor
para las otras personas. A pesar de que todo pudo ser más fácil, si se lo hubieran
propuesto, la obra estuvo cargada de fuertes emociones y sobre todo de fuertes
rencores que solo se hicieron más grandes con los hechos que fueron ocurriendo.
Sin duda poder reflejado en la familia, la sociedad, el honor y la honra que
era lo que más defendían y lo que llevo a este momento.
Don ALFONSO. “Vuestro
secreto no ignoro. Y era el mejor de mis planes (para la sed de venganza saciar
que en mis venas arde) después de heriros de muerte daros noticias tan grandes,
tan impensadas y alegres, de tan feliz desenlace, que al despecho de saberlas,
de la tumba en los umbrales, cuando no hubiese remedio, cuando todo fuera en
balde, el fin espantoso os diera, digno de vuestras maldades”. (Jornada V,
escena IX, p. 127)
El otro hijo del Marqués de Calatrava,
no hallaba el mejor momento de hacerlo pagar por toda la deshonra a su familia,
estaba tan cegado de coraje que ansiaba pronto darle muerte a su adversario,
para el momento en el que ya no hubiera vuelta atrás, el supiera todo el mundo
de oportunidades que tenía al lado de su familia, le parecía injusto que él
tuviera la oportunidad de redimirse de sus errores y pudiera estar junto a la
familia, que Don Alfonso ya nunca iba a ver reunida y más allá de eso, no
pensaba en realidad otra cosas que no fuera saciar lo que su corazón lleno
de odio le decía.
Cada una de las
contestaciones entre los personajes, cada revelación, cada suplica o cada
intento de perdón eran solamente motivos para hacer crecer más y más la
atención que se sentía en ese espacio tan difícil, todo indicaba muerte, el
simple lugar en el que estaban ya implicaba un riesgo pero eso jamás llevo a
pensar que pasaría de tan desafortunada manera, como al final fue su propio hermano
quien acabo con toda la descendencia, el poder que ejercía la sociedad en él
tuvo demasiado peso y no puedo contra eso, tenía que redimirse del que dirán, prefería
apostar su vida antes que dejar que un “do nadie” acabara con el estatus que poseía
el Marqués de Calatrava.
Ya no hubo más, simplemente
apuñala a una inocente mujer que su único pecado fue haberse enamorado del
hombre equivocado, y quien puede asegurar que así lo era, si simplemente eran
las malas circunstancias que no les permitían estar juntos, pero Don Álvaro si
estaba enamorado, merecía una oportunidad que realmente el orgullo absurdo de
una familia de la nobleza no le permitió. No merecía esa muerte, nadie en esa
familia merecía tanta desgracia, pero lo superficial al final de cuentas pudo
más que todo. Incluso la muerte de Don Álvaro, no fue tan malvada como la que
sufrió Leonor en manos de su propio hermano. Álvaro tenía en su destino ese fin
después de todo lo que paso, los hijos del Marqués ya lo tenían por decisión
final con su corazón lleno de rencor, pero si alguien ahí no merecía tan
trágico final era sin duda Leonor, tanto tiempo alejada del mal, enmendando sus
erros, para que a la primera oportunidad de reencontrarse con su hermano, fuera
este quien le diera muerte. Todo gira en torno a la violencia era
lamentable, pero hasta cierto punto creíble, pues para aquellos años importaba
más la imagen pública que los sentimientos que pudiera albergar la familia, por
eso es que hay tanta violencia, acompaña del “qué dirán”, del “tengo que
demostrar”, “soy hombre” entre muchos otros términos igual de sádicos y
machistas.
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Foto por: vídeo Estudio 1- TVE- Don Álvaro o la fuerza del sino |
”Infierno,
abre tu boca y trágame. Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio,
destrucción”
-Don Álvaro, (Escena ultima, p. 134)
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