Lo
que Don Álvaro expresa en estas líneas, no es más que su propio sufrimiento al
verse rodeado de tanta maldad, la desesperación, la muerte, la injusticia, el
poder, la violencia, la tiranía, el dolor, la guerra y la soledad. Pensar en
cómo otros hombres viven de aplausos sin hacer realmente nada para merecerlos,
no sufren, no tienen preocupación alguna y son dichosos, viven su vida día tras
día, ignorando el sufrimiento, pues ellos en realidad no conocen de eso, gozan
de títulos y buena fortuna. Para otros con la suerte de él, no hay otro deseo
que la muerte, cuando toda esperanza ha sido arrebatada, no queda más que
ansiar aquello que promete ser la paz eterna.
Don
Álvaro: […] “Al que tranquilo, gozoso vive entre aplausos y honores, y
de inocentes amores apura el cáliz sabroso; cuando es más fuerte y
brioso, la muerte sus dichas huella, sus venturas atropella; y
yo que infelice soy, yo que buscándola voy, no pudo encontrar con
ella. ¿Más cómo la he de obtener, ¡desventurado de mí! pues
cuando infeliz nací, nací para envejecer?” […] (Jornada III, escena III,
p. 66)
Y
él que tanto ha pasado por malas experiencias, no ha encontrado la felicidad en
ninguna parte, si alguna vez la tuvo solo el gozo brevemente. Observa su
alrededor y cree que su destino es trágico, que el solo nació para envejecer,
sin esperar dicha alguna. Como es que otros encuentran el ser amado sin estarlo
buscando, tienen esa suerte y viven su vida distinta a él que tanto anhela
felicidad.
Continua
hablando, solo anhela estar junto a su amada, está cansado de tanto
sufrimiento, no sabe que más hacer, solo ansia la muerte, pues esa a su parecer
es la única manera de estar cerca de su amor Leonor, a quien le pide con fervor
que lo ilumine y lo haga soportar tanto dolor, tanta injusticia, en el fondo no
es mala persona, solo estuvo tomando muchas malas decisiones que lo llevaron a trágicos
desenlaces, intenta por muchas vías ser alguien distinto pero ya nada más
importa solo quiere paz, y la única manera de encontrarla a su parecer, es con
la muerte.
Ganar o perder la guerra no es algo que en realidad le importe, su único deseo es morir, es dejar de sufrir para estar con su Leonor. Vive con la eterna pregunta, de por qué a él le pasan tantas tragedias tan seguidas, cada palabra suya es una imploración al destino de que su suerte cambie, pero al parecer, no obtiene respuesta pues entre más aclama un rayo de esperanza a su amor perdido y a su suerte trágica, más actos sombríos lo persiguen, pues es ahí, además cuando se encuentra con Don Carlos, justo después de sus suplicas, nuevamente se enfrenta a su destino trágico.
Ganar o perder la guerra no es algo que en realidad le importe, su único deseo es morir, es dejar de sufrir para estar con su Leonor. Vive con la eterna pregunta, de por qué a él le pasan tantas tragedias tan seguidas, cada palabra suya es una imploración al destino de que su suerte cambie, pero al parecer, no obtiene respuesta pues entre más aclama un rayo de esperanza a su amor perdido y a su suerte trágica, más actos sombríos lo persiguen, pues es ahí, además cuando se encuentra con Don Carlos, justo después de sus suplicas, nuevamente se enfrenta a su destino trágico.
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Foto por: vídeo Estudio 1- TVE- Don Álvaro o la fuerza del sino |
Don Álvaro: […] “Socórreme, mi Leonor gala del suelo andaluz, que ya eres ángel de luz, junto al trono del Señor. Mírame desde tu altura sin nombre en extraña tierra, empeñado en una guerra, por ganar mi sepultura” […] (Jornada III, escena III, Pp. 67, 68)
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